Es cierto que le tocó presidir el Órgano Electoral en una etapa conflictiva y llevó adelante dos procesos eleccionarios complejos, pero también es claro que pudo haber asumido su rol con más determinación para remover todo el aparato fraudulento que el MAS montó en esa institución y, no lo hizo.
Así, los bolivianos fuimos dos veces a las urnas con un padrón en el que no confiamos, el Órgano Electoral nunca dio curso a las denuncias fundadas contra las infracciones del MAS y sus candidatos y, por último, la gestión de Salvador Romero se negó a implementar el sistema de trasmisión de datos preliminares en las dos elecciones, justo el mecanismo que dio la primera alerta del fraude de Evo Morales el 2019.
Ahora con su renuncia deja abierta la posibilidad de que Luis Arce nombre a un sucesor y el partido oficialista asuma mayor control del OEP, posteo en sus redes el gobernador electo de Santa Cruz.